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La bienvenida estuvo acompañada de una conferencia titulada “Inteligencia artificial y su utilidad en la sociedad actual”. Dicha conferencia fue impartida por Romeo Pérez Ortiz, catedrático de la misma institución.

El profesor Romeo comenzó señalando que la inteligencia artificial por muy eficiente que sea, sigue siendo una tecnología que imita la inteligencia del ser humano. La inteligencia artificial, por muy inteligente que sea, sigue dependiendo del cerebro humano.

No por ello – dijo – se debe ignorar la utilidad que tiene la inteligencia artificial en el desarrollo de la sociedad. Las pruebas son contundentes. Hoy el ser humano procesa y analiza con más facilidad una gran cantidad de información; mide resultados de publicidad y su tendencia; identifica imágenes manipuladas; predice inundaciones y desborde de ríos; realiza compras y ventas por Internet, se comunica en cuestión de segundos con sus familiares, gracias, precisamente, a la ayuda de dispositivos o máquinas inteligentes.

Romeo comenzó resaltando dos hechos históricos que hicieron posible la aparición de los sensores y software inteligentes: el primero, la aparición, en 1948, del artículo Intelligent Machinery, del matemático británico Alan Mathison Turing. En este trabajo de escasas 21 páginas, el descifrador de códigos de la Segunda Guerra Mundial planteó las posibles formas de comportamiento inteligente de una máquina. El segundo, se debe al artículo Computing Machinery and Intelligence, del mismo autor, publicado en 1950. En este documento científico Allan Turing predijo lógica y científicamente que el ser humano tendría en sus manos ordenadores inteligentes capaces de hacer deducciones lógicas, de adquirir nuevos conocimientos mediante la experiencia y que tendrían la capacidad de comunicarse por interfaces humanizadas y realizar tareas que normalmente requieren de la inteligencia humana.

Actualmente, en la decadencia del capitalismo, continuó Romeo, aquellas predicciones lógicas y científicas, formuladas en la década de los 50 por el matemático y criptógrafo británico, están haciéndose realidad. Veamos: en el sector financiero, además de proteger las transacciones electrónicas de los clientes de un banco mediante un protocolo de seguridad con tecnología blockchain, la inteligencia artificial ayuda también a detectar comportamientos de manipulación anormal de información dentro de los bancos y prevenir ataques cibernéticos; en el sector automotriz, la empresa Byton con Google, Apple y BMW, está fabricando vehículos inteligentes capaces de conducirse por medio de chips integrados y sin la ayuda de un chofer; en el sector salud se fabrica un dispositivo electrónico denominado Sticker que ayudará a prevenir enfermedades dermatológicas; en el sector vivienda sabemos que existen impresiones en 3D que son usadas por el gobierno chino para levantar casas y edificios en un tiempo relativamente corto; en el sector ambiental, la inteligencia artificial se desarrolla también en la creación de “ciudades sensibles”. En el área de lenguaje y los idiomas se editan diccionarios electrónicos y programas que enseñan la pronunciación y la traducción de lenguas extranjeras; en el caso de las matemáticas ya existen programas como FooPlot, Desmos Graphing, GeoGebra, Graph.tk, Wolfram Alpha, etc., que ayudan a graficar, resolver ecuaciones de grados mayores a cinco, ayudan también a derivar, a integrar y resuelven ecuaciones integrales y parciales. Aquí se ve cómo la masa obrera es sustituida por las máquinas inteligentes, por los llamados robots y como consecuencia de ello el capitalista eficientiza el trabajo y aumenta la producción de mercancías, pero al mismo tiempo genera desempleos: millones de obreros y obreras son expulsados/das de las fábricas e industrias en todo el mundo. Cuando el capitalista cree haber resuelto su problema de ganancia, lo que ha provocado es cavar su propia tumba: ha generado, sin querer, una tendencia decreciente de su tasa de ganancia.

Romeo terminó señalando que a pesar de que la computación y la inteligencia artificial han contribuido al desarrollo de la ciencia y la tecnología, ese desarrollo no está pensado para resolver el problema de la mayoría, sobre todo de los más pobres como sucede en México.

Las estadísticas demuestran – concluyó – que sólo una pequeña parte de la población mexicana disfruta los beneficios que ofrece la inteligencia artificial, solamente aquellos que tienen acceso a una computadora, Internet, servicio telefónico. Solamente los que tienen posibilidades de adquirir automóviles y celulares inteligentes de última generación, mientras que la inmensa mayoría no los disfruta ni mucho menos tiene conocimiento de esos avances.